Rumbo al año 2030, el mundo continúa discutiendo los temas preocupantes sobre la economía, el medio ambiente y la vida humana.
La era de la resignación se hizo presente en abril de este año, cuando nunca en la historia de los Estados Unidos, la fuerza laboral renunció a sus puestos de trabajo. Sin embargo, en pleno verano, se registro una nueva marca que superaba a la registrada en primavera.

Los empleados, han manifestado la carencia de contratos que pueden tener un propósito social y de desarrollo humano. También, un sentido de crecimiento y responsabilidad ambiental aplicada.
La competencia, que comenzó una frenética lucha por sobresalir desde principios de los años noventa, con las condiciones sociales que hoy suceden por todos los países del mundo, pierde sentido.
Sobre el grueso de la población, el mercado laboral tan competido, ofrece su mayor oferta en la industria de los servicios. Vacantes que precarizan los salarios y la falta de estímulos económicos para la mayoría.
Sobrevivir económicamente en las ciudades importantes, se ha vuelto cada vez más caro. Un mundo que ya no respalda la vida humana de la forma en que la conocemos, no es bueno para la sociedad ni para los negocios de nadie.
Por esto y otras razones, cobra sentido simplificar los ciclos de productos que son de uso comercial. Ello involucra la discusión del progreso, o la forma de progreso que conocemos hasta ahora. Repensar lo que hace y cómo lo hace, según los principios de la economía circular.
Por la misma razón, las sociedades latinoamericanas, tanto como nuestros hijos y nietos, tendrían oportunidades de sobresalir en la sostenibilidad del planeta y en las estructuras de una sólida economía circular.
Las economías circulares superan a las extensas cadenas de suministros
En los últimos meses, las crecientes crisis de la cadena de suministro a nivel mundial, han dejado en claro que una economía circular no es solo una necesidad planetaria, sino un buen camino comercial.
A medida que las perecederas cadenas de suministro globales, en las que hemos confiado durante décadas, comienzan un colapso, existe una necesidad de simplificar los ciclos de nuestros productos a nivel local.
Construir productos que podamos reciclar y recuperar como materia prima para una nueva ronda de productos, se convierte en una inversión en nuestra prosperidad a largo plazo como negocio, no solo en el planeta.
El cambio a recursos renovables, nos protege tanto de la volatilidad de los mercados, y los efectos de látigo de las cadenas de suministro.
Cuanto antes trabajemos esto en nuestras fases de planificación y diseño, antes podremos comenzar a operar como negocios verdaderamente circulares.
Un paso más en la aventura de la sostenibilidad
Todas las grandes aventuras comienzan con un solo paso. Sin embargo, al final, todo se reducirá a la competencia. Los negocios que se transforman y prosperan eventualmente obligarán a aquellos que no hagan a una transición. Eso completará nuestra transformación hacia una economía circular.
Las micro y medianas empresas, han comenzado a trabajar exactamente en los tipos de recursos que necesitarán para el futuro inmediato. Un área en la que incluso las empresas competitivas deben trabajar juntas y compartir información. Un paralelismo significativo incluso si es de manera imperfecta, marcará una gran diferencia en el desafío que se avecina.
Fuentes: