Recuerdos Interactivos: la industria digital del más allá

Se aproxima cada vez más el momento. Su querido padre, que padeció Alzheimer durante años, ha fallecido. Todos los miembros de la familia se sienten agotados física y emocionalmente por su largo declive.

Tu hermano plantea la idea de recordar a papá en su mejor momento a través de un programa emergente de “inmortalidad digital” de nombre 4evru. Esta compañía, promete cuidar los detalles y preparar los datos para papá.

Después de la sugerencia inicial, te olvidas de ella hasta hoy, cuando 4evru envía un correo electrónico donde notifica que el bot de tu padre está disponible para su uso. Después de cierta inquietud, haces clic en el enlace y creas una cuenta. Te colocas los lentes y auriculares para VR, algo difíciles de manejar, y eliges el modo de realidad aumentada. Las paredes de tu dormitorio parpadean brevemente frente a ti.

Aparece tu padre. Es antes de su diagnóstico. Se ve saludable y ligeramente musculoso, como lucía durante toda tu infancia, con una barba entrecana, una camisa a cuadros y una sonrisa.

Estás impresionado con la calidad de la imagen y la animación. Gracias a los videos familiares que tu hermano le proporciono a 4evru, el bot suena como él y se mueve como él.

Este “papá” inclina su cuerpo hacia su izquierda, como resultado de una lesión de futbol americano en la escuela secundaria.

“Oye niño, dime algo que no sepa”.

El saludo familiar te hace llorar. Después de algunos intercambios tentativos para tener idea de esta interacción (es extraño), lo intentas.

“Me siento muy mal, muy deprimido. Teresa rompió conmigo hace unas semanas”, le comentas.

“Lamento oírlo, hijo. Las rupturas son horribles. Sé que ella lo era todo para ti”.

La voz de tu papá es reconfortante. El robot esta haciendo un buen trabajo transmitiendo empatía vocalmente y la cara se mueve con los mismos gestos que hacía tu padre en vida. Es reconfortante escuchar su voz plena y profunda, tal como sonaba antes de enfermarse. Casi no importa el contenido que diga mientras lo diga con su tono de voz. Miras el reloj y te das cuenta de que ya pasado una hora. Cuando empiezas a despedirte, tu padre dice: “Solo recuerda lo de que Adeline me dice cuando estoy deprimido: A veces las cosas buenas se desmoronan para que las mejores puedan surgir”.

Tus oídos se agudizan al escuchar un nombre desconocido: el nombre de tu madre es francés y nadie de tu familia se llama Adeline. “¿Quién es Adeline?, preguntas extrañadamente.

Durante las próximas semanas, tú y tu familia descubrirán mucho más sobre tu padre a través de su robot más allá de lo que te reveló en vida. Descubres, con el paso del tiempo, quienes son Adeline, Vanessa y Daphne.

Te enteras de que tienes medias hermanas. Descubres que tu padre no era quien pensabas que era y que disfrutaba viviendo su vida en secreto, engañando a tu familia y a otras familias. Decides, después de algunos meses de interactuar con la versión 4evru de tu padre , que si bien estás contento de saber quién era realmente, estás de luto por la pérdida de la persona que creías conocer. Es como si muriera de nuevo.

¿Qué es la industria del más allá digital?

Si bien 4evru es una compañía ficticia, la tecnología descrita no está lejos de la realidad. Hoy en día, una “industria digital del más allá” ya hace posible crear reconstrucciones de personas muertas basadas en los datos que dejaron atrás.

San Junipero Black Mirror 2016

Considere que Microsoft tiene una patente para crear un chat bot conversacional de una persona específica utilizando sus “datos sociales”. Según se sabe Microsoft decidió llevar acabo esta idea, no como un producto en sí, pero tampoco tuvo obstáculos por razones legales o de derechos. La mayor parte de la patente de 21 páginas es muy técnica y de procedimiento y documenta como se diseñaría el sistema de software y hardware.

La idea es entrenar un chatbot, un programa informático conversacional que simula una conversación humana utilizando canales de entrada textuales y/o auditivos”, utilizando datos sociales, definidos como “imágenes, datos de voz, publicaciones en redes sociales, mensajes electrónicos”, y otro tipo de información.

Después, el programa hablaría como esa persona. El robot puede tener una voz correspondiente, imágenes en 2D, 3D o ambas.

Aunque es muy notable que las grandes empresas tecnológicas hayan incursionado en este campo, la mayor parte de la actividad no proviene de las grandes corporaciones. Hace más de cinco años, los investigadores identificaron una industria de vida futura digital de 57 empresas. Los actores actuales incluyen una empresa que ofrece recuerdos interactivos en la voz de un ser querido (Here After); una entidad que envía mensajes preprogramados a sus seres queridos después de la muerte del usuario (My Wishes); y una empresa robótica que hizo un busto robótico de una mujer fallecida basándose en “sus recuerdos, sentimientos y creencias”, que llegó a conversar con humanos en incluso tomó un curso universitario (Hanson Robotics).

Algunos de nosotros podemos considerar estas opciones interesantes. Quizá la mayoría pasen de ella. Incluso otros simplemente no le prestarán atención. Lo que es casi un hecho es que dejarás rastros digitales.

Casi todos los que utilizan la tecnología hoy en día están sujetos a la “datificación”: el registro, el análisis y el archivo de nuestras actividades cotidianas con datos digitales. Y las consecuencias previstas o no de la forma en que utilizamos los datos mientras vivimos tienen implicaciones para cada uno de nosotros después de nuestra muerte.

Como seres humanos, todos tenemos que afrontar nuestra propia mortalidad. La ratificación de nuestras vidas significa que ahora debemos afrontar el hecho de que los datos sobre nosotros probablemente sobrevivirán a nuestro ser físico.

Así, el debate sobre el más allá digital plantea varias cuestiones importantes e interrelacionadas. En primer lugar ¿deberíamos tener derecho a definir nuestra vida digital póstuma? La decisión de no persistir en una vida futura digital debería ser nuestra elección. Sin embargo, ¿podría realmente aplicarse la decisión de no participar, dado lo pegajosos y distribuidos que son los datos? ¿Es posible la eliminación por los que muchos han abogado?

Los datos son esencialmente para siempre; ciertamente nosotros no lo somos.

Fuente:

Artículo original de Wendy H. Wong | IEEE Spectrum

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