Fragmentos es una serie de escenas inconexas, que he decidido compartir en este medio y que, sin pretensión alguna, espero pueda ser del disfrute o interés de las y los lectores de Pulse Coder.
Para mí, esta serie es una muy grata manera de sacar a orear las imágenes, sentimientos, las emociones y las historias que mi memoria emocional ha conservado muy bien a lo largo de los años.
Estas fotografías, escenas, sketches, panorámicas o como queramos llamarles no tienen que ver conmigo, si no, con como recuerdo las cosas que quizá jamás he vivido.
Al contrario de la frase: “asume la realidad tal cual es y no como te gustaría que fuera”, en esta serie me permitiré modificar a placer escenas de mi cotidiano, aderezarlas con ficción y con recuerdos de vivencias que jamás experimenté… O quizás sí. La veracidad de estas entregas son indiferentes, lo que no, el disfrute, interés o comentarios de lectores y lectoras. Estaré atenta de las réplicas, disfruten.
I. El vuelo
Aeropuerto de Ámsterdam 19hrs, el vuelo despegaba a las 13hrs, el retraso fue debido a la espesa neblina que cubre el cielo. Todo se mira gris. Empiezan a abordar los pasajeros, una vez arriba despega el avión con fuertes turbulencias, por las ventanas no se ve absolutamente nada, solo el gris espeso de la neblina, siguen avanzando, el piloto da indicaciones en un idioma que no entiendes.
La turbulencia se hace cada vez más fuerte y con ella los nervios. “A” cierra los ojos, aprieta las manos y la mandíbula, contine el aire. El avión sigue moviéndose bruscamente, se va la luz por unos instantes. Abre los ojos, finalmente han cruzado la neblina, el avión se estabiliza. Suspiro de alivio… Mira por la ventana y a la derecha un sol resplandeciente y un cielo despejado, limpio, infinito. A la izquierda el cielo azul rey, igualmente despejado, limpio e infinito, ahora coronado por la luna menguante. ¡Un milagro!.
A: (El personaje está en el interior del avión, acaba de pedir a la azafata vino tinto mientras saca su libreta para escribir una especie de diario) ¡Un milagro! No habría podido mirar un cielo radiante de no haber pasado por la espesa neblina. Supongo que algo así es como funciona la vida misma, como esa canción que dice “Seguramente Dios me quiere mucho por tanta cosa buena que me ha dado, si alguna vez me dio un trago amargo, fue para valorar el endulzado”.
No creo que sea Dios el protagonista de esta historia. Por lo menos no el Dios de las historias bíblicas, aquel que encabezaba la iglesia en la que me daba miedo entrar por que estaba cubierto de sangre con una mirada trágica; de niña me preguntaba ¿Por qué la gente viene a ver una figura como esta?
Al entrar en esa iglesia mi mamá siempre lloraba, nunca nos decía por qué, ella es una mujer muy fuerte, en aquel entonces era raro verla llorar, solo en esa iglesia se sentía segura para descargar sus penas. No, no creo que sea ese Dios el que se encarga de estas maravillas, él se queda corto para tanta belleza.
¡Estoy en las nubes después de haber pasado la angustiante turbulencia! Estoy de vuelta a casa después de sentir angustia por no tener dónde dormir, ni tener dinero para comer, estoy volando y no es solamente gracias al avión, sé que mi cuerpo, mi mente y mi alma están en un estado etéreo, felices, ligeros.
Nunca creí tener esta oportunidad, y cuando por fin llegó, me di cuenta que la necesitaba para saber que mi verdadera felicidad no es el lugar, el mar, las personas, el extranjero, el sueño americano o el europeo, la verdadera felicidad viene de adentro, de escucharte, de sentirte, de enfrentar ese miedo que día a día te susurra al oído mientras tú lo callas con una cerveza, con mirar Facebook, o con salir con alguien intrascendente.
Vendrán más batallas, más miedos, más oportunidades, más neblinas y más cielos despejados y no sé si estaré lista, pero por ahora eso no me preocupa, hoy nada me preocupa, estoy de vuelta a casa y nada podría ser mejor. (Cierra la libreta, bebe el vino, mientras mira por la ventana. De fondo suena: “Cómo agradecer lo que me ha dado la vida, pura cosa buena, pura cosa divina…”).