Mientras los gobiernos del mundo y las empresas globales se comprometen a lograr la descarbonización de la economía, la firma internacional McKinsey analizó los pasos necesarios para lograr la meta propuesta para el año 2050.
En el informe The Net Zero Transition: What it would cost, what it could bring, se aborda de manera positiva como la transición evitaría un mayor aumento de los riesgos ambientales además de reducir las probabilidades de consecuencias catastróficas por el cambio climático. Agrego que la descarbonización, en su concepto global, también creará nuevas oportunidades para el crecimiento económico abriendo nuevos mercados para productos y servicios con las tecnologías e innovaciones dedicadas a generar bajas emisiones.
McKenzie enumera las etapas y los elementos clave para lograr, en teoría, la transición energética hasta el año 2050. Se habla de todos sistemas energéticos y demás sectores relacionados, optarían cambiar sus maneras de producción y logística de forma universal e integral.
La transformación de la economía hacia la neutralidad en carbono requiere que se inviertan USD 9,2 billones cada año o USD 275 billones en total para 2050, señala el reporte. La suma equivale al 7,5% del producto interno bruto mundial. Los consultores esperan el mayor aumento entre 2026 y 2030, hasta un 8,8% del PIB.
Se préeven aumentos a los precios de la energía
Según el estudio por parte de la consultoría McKinsey, el costo de la electricidad entregada, o los gastos totales, podrían aumentar alrededor de un 25 % entre 2020 y 2040. La empresa también predice que en 2050 el costo de la electricidad entregada podría ser alrededor de un 20 % más alto que en 2020.
“A largo plazo, es concebible que el costo de la electricidad entregada pueda estar a la par o potencialmente menos que los niveles de 2020 porque las energías renovables tienen un costo operativo más bajo, siempre que el sistema de energía pueda encontrar formas de superar la intermitencia de la energía renovable y construir redes flexibles, confiables y de bajo costo”, dijo la firma.
El informe estima que la demanda de electricidad en 2050 sería más del doble que la actual y que la producción de hidrógeno y biocombustibles se multiplicaría por diez a partir de 2021.
La descarbonización está cambiando las relacionas laborales
A través del proceso de descarbonización , muchos de los sectores industriales tendrán un incremento en los costos de producción, por lo que McKinsey estima que el precio del acero subiría cerca de un 30%, y el del cemento un 45% respecto a los precios actuales.
La transición podría conducir a una redistribución del trabajo, según el informe. Se esperan unos 200 millones de nuevos puestos de trabajo en el sector de las energías renovables para 2050 junto con una pérdida estimada de unos 185 millones de puestos de trabajo, principalmente en la industria de los combustibles fósiles. McKinsey señala que el cambio sería menos significativo en tamaño y más en concentración y desigualdad.
Los países menos desarrollados se verán afectados
Los países de bajos ingresos y aquellos que dependen en gran medida de la producción y los recursos de combustibles fósiles se verán más afectados por la transición, subrayaron los autores. El nivel de inversión en dicho mercado, expresado como porcentaje del PIB, deberá ser mayor para lograr el objetivo de cero emisiones netas para 2050, dijo McKinsey.
“África subsahariana, América Latina, India y algunos otros países asiáticos requerirían un gasto de capital de alrededor del 10 por ciento o más del PIB, aproximadamente una vez y media más que el gasto de capital en otras regiones como Europa, Estados Unidos y Japón. Desplegar el capital puede ser más desafiante para estas regiones”, agrega el informe.
La neutralidad de CO2 puede ser una oportunidad
El análisis muestra que la transición a cero emisiones netas tendría efectos desiguales en sectores, regiones geográficas y comunidades, pero afectaría a todos los países y a todos los sectores de la economía, directa o indirectamente.
McKinsey señala en el informe que la transición debe verse no solo como onerosa sino también como una oportunidad económica.
“La transformación económica requerida no solo creará oportunidades económicas inmediatas, sino que también abrirá la perspectiva de una economía global fundamentalmente transformada con costos de energía más bajos y muchos otros beneficios, por ejemplo, mejores resultados de salud y una mejor conservación del capital natural”, según lo reportado en el informe sobre la transformación de la economía mundial.
McKinsey peca de optimismo
Si bien el reporte de la consultoría internacional habla de un inyección universal de capital para las metas establecidas para el 2050, excluye el contexto y la coyuntura de la realidad actual. A raíz del conflicto entre Rusia y Ucrania, la crisis climática global paso de ser un reto secundario.
Los países pertenecientes al BRICS y una lista de naciones en espera a su integración, ya han virado sus brújulas y voluntades hacia otra dirección que no venga de la ayuda e imposiciones de occidente. Esto no excluye a la descarbonización per se, sin embargo las metodologías y políticas verdes se fraguan en la gran nación China, anticipándose a la próxima transición energética, con mercados financieros e inversores de la gran ala asiática y oriental, inyectando capital de los combustibles fósiles hacia otras tecnologías energéticas, incluidas las renovables.
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