Hace unos días un buen amigo, colega, experto de la magia y el ilusionismo, Gerardo Montero me preguntó ¿por qué no hay mujeres magas?
Gracias a su complicidad y confianza en mí y mi carrera artística, tuvo a bien compartirme algunos libros del extranjero especializados en magia donde encontré que la interrogante anterior tiene respuesta en las palabras de la investigadora y docente de la Escuela de Magia Ana Tamariz en Madrid, la maga Gema Navarro: “Si las hay, quizá no hay tantas como los hay magos”.
Navarro apunta que: “ver a una mujer fuera de su papel tradicional de asistente de mago o en cualquier ámbito, es comparable a una rareza de la naturaleza, es decir, un capricho o una extravagancia”.
Ciertamente, a lo largo de la historia el papel de la mujer ha sido relegado de los procesos de enseñanza-aprendizaje, y el rol protagónico para la toma de decisiones en la vida cotidiana la ha llevado el varón.
Por fortuna esto cambia determinado tiempo y aunque es imposible generar un cambio de la noche a la mañana, la sociedad actual, desde mi punto de vista, está no solo cuestionándose el rol de la mujer, sino exigiendo su capacidad protagónica para dirigir, coordinar y guiar a una sociedad.
En la investigación de la maestra Navarro sobre el papel de la mujer en la magia añada que, si bien sí hay mujeres haciendo magia, quizá más de las que podamos imaginar, no hay ninguna maga “equiparándose a intérpretes de la talla de Robert-Houdini, Fu-Manchú o Tamariz por nombrar algunos”.
“Tampoco ninguna ha destacado ni destaca, actualmente, en el campo creativo como Dakolta o Hofzinser; tampoco en el campo teórico como Vernon o E. Burger; ninguna es tan conocida como David Copperfield o tan mediática como David Blaine. Ni mucho menos ninguna como Houdini”. (2007 pág. 17)
Lastimosamente, aún después de 17 años de haberse publicado la investigación, esto continúa siendo un tanto cierto. Lo que me permite redireccionar la pregunta inicial a la siguiente: ¿Es acaso que las mujeres no podemos desarrollar las mismas capacidades que los varones en el ámbito creativo, teórico o mediático?
Tras formular este planteamiento me encontré con el libro Nosotras de Rosa Montero -escritora y periodista española- quien ofrece al lector o lectora, historias de mujeres con quienes ha conectado de una manera particular y considera que merecen ser leídas, pues los anales ortodoxos de la historia son muy poco considerados con los méritos femeninos.
De entrada, leer a Montero me dotó de tranquilidad pues me generó la certeza de que no existe un solo ámbito en el cual la mujer no haya desarrollado habilidades equiparables a la de los varones.
El libro no integra la historia de una maga que supere los estándares propuestos por los más destacados magos varones, sin embargo, sí que las hay en muchos otros ámbitos que desconocía, pues “media humanidad, la parte femenina, ha vivido durante milenios una existencia a menudo clandestina, y en gran medida olvidada”. (Montero, 2007, pág. 44)
Con esto, no puedo evitar pensar de la existencia de magas equiparables a la grandeza artística de Houdini, Vernon o Hofzinser. Mujeres artístas quienes, probablemente, tuvieron que vivir en el anonimato y quizá firmaban sus contribuciones mágicas con el nombre de un varón para lograr ser leídas, e incluso, ser recetadas por algún médico para evitar hacer aportaciones creativas, pues el trabajo intelectual era normal en las mujeres provocándoles crisis de nervios, como le sucedió a Charlotte Brontë y muchos años después a Virginia Wolf.

Por otro lado, una reflexión interesante en la investigación de la maestra Navarro, aborda cómo los varones se han acercado a este arte por las siguientes razones:
- Tras recibir una caja de magia
- Tras leer un libro, que de casualidad fuera de magia
- Tras ver la actuación de un mago
En cambio, en el caso de iniciación de las mujeres en la magia es más común encontrar las siguientes razones:
- Por la relación paterno-filial, el padre mago instruye desde la cuna
- Por contraer matrimonio con un mago
- Por herencia o albacea, es decir, tras la muerte del padre o esposo ella recibe la herencia mágica
- En una muy dimunita parte, por azar o casualidad
Ante esto, resulta evidente el dominio patriarcal que durante años ha regido en la sociedad, pues mientras los varones se inclinan por desarrollar su magia en el escenario después de ser cautivados por una actuación o lectura, las mujeres muy difícilmente se animan hacerlo. Aún en el siglo XXI nos cuesta trabajo defender nuestra figura protagónica, relegándonos a un costado, ya sea como aprendices, asistentes o ayudantes.
Sin duda, son admirables los esfuerzos de muchos y muchas por igualar los derechos del hombre y la mujer, o por lo menos, plantear la búsqueda de la equidad de género, sin embargo, aún persisten estigmas sociales que son sumamente influyentes en los caminos que decidimos transitar, pues resulta muy común escuchar comentarios al respecto del físico de la mujer; de la premura biológica que apremia la maternidad; del inquietante lugar moral donde comúnmente ubicamos a la feminidad prendida a la necesidad del otro; y el constante bombardeo en redes sociales para agradar acentuando tu figura con cierto tipo de ropa, maquillaje o hasta cirugías estéticas. Es decir, pareciera que hay muchas más cosas en la mera apariencia de la mujer que en el desarrollo de sus capacidades creativas o teóricas.

Las lecturas de Navarro y Montero me dieron el impulso para escribir el presente artículo que plantea mi postura ante ambos documentos, genera un dialogo entre ambas escritoras y pretende aportar a la pregunta inicial que la maestra Navarro responde con mucha precisión en su libro Historia de las magas antiguas y modernas vol. 1. 2007.
Casi para finalizar, no puedo omitir que cada vez hay más mujeres magas protoganizando los escenarios, pues con los años de deuda histórica nos ha costado traspasar fronteras y alcanzar visibilidad y reconocimiento por nuestra labor. Me siento en un momento afortunado, donde no solo tengo la oportunidad de tomar la decisión de conocer la magia y compartirla desde el escenario, sin ser hija, esposa o heredera de un mago, sino que, además, puedo escribir sin la necesidad de adoptar un sobrenombre masculino para conseguir del público una lectura carente de prejuicios, recurso habitual entre las escritoras del siglo XIX.
Es mi más profundo deseo que tanto hombres como mujeres puedan sentirse libres de volverse sabias y sabios, virtuosos o virtuosas, ya sea como magas y magos desde el escenario o como escritores, escritoras, aviadores, aviadoras, astronautas o cualquiera que sea la profesión por indagar, pues como dijo Mary Wollstonecraft: “la mejora debe ser mutua”.

En ambos sexos, como en la no-binariedad, es menester sentir, desear y actuar sin que el margen de las convenciones sociales sea un detrimento y, por lo tanto, los intentos por transgredir esas barreras, sea un precedente que rete a las siguientes generaciones, donde lo único que esté a consideración sean nuestras capacidades intelectuales y creativas.
Referencias:
Navarro G. (2007), Historia de magas antiguas y modernas vol.1. Las primeras magas. Editorial Frakson.
Montero R. (2001). Nosotros Historias de mujeres y algo más. Editorial Alfaguara.