Artículo en cuatro emisiones

Xalapa, Veracruz; también llamada “La Atenas Veracruzana” por la amplia actividad artística que aquí se produce, es una ciudad pintoresca, rodeada de naturaleza, con múltiples foros culturales independientes y algunos espacios institucionales que permiten la presentación de las artes escénicas de manera digna.
¿A qué me refiero al decir manera digna?
Desde el nacimiento de las artes escénicas en el acto ritual, pasando por el teatro pobre de Grotownski, sin olvidar la importancia que remarca en el cuerpo del ejecutante técnicas como el teatro gestual de Lecoq o Decroux, es bien sabido que para que se dé el hecho escénico basta con: el cuerpo del actor, un espacio para la representación y por lo menos un espectador.
Sin embargo, el paso de los años, el crecimiento poblacional y las modificaciones en las convenciones sociales han transformado la forma de ver y hacer teatro, por lo que el hablar de la presentación de las artes escénicas de manera digna no resulta ser una frase sencilla de escudriñar. Pues, pese a los esfuerzos de creativos, artistas y ejecutantes no hay una garantía clara de que este arte llegue a los sectores indicados. Por lo que nos preguntamos ¿cómo lograr la presentación de las artes escénicas de manera digna?
La respuesta institucional en el municipio de Xalapa nos lleva a hacer uso de espacios como el Teatro J. J. Herrera, pues podríamos considerar que no solo es uno de los mejores equipados en cuanto a luminaria, sonido, butaquería, telones y equipo de trabajo, sino además, esta ubicado en el primer cuadro del centro histórico de la capital veracruzana, en la calle Miguel Palacios n° 12 colonia Centro y que resulta accesible para las y los artistas escénicos independientes, pues no todos los espacios culturales institucionales abren las puertas a este sector, ya que, sus agendas priorizan eventos comerciales que contribuyan económicamente a sus fines y propósitos.


El teatro nombrado así en memoria del productor y gestor cultural xalapeño Juan Jesús Herrera Cisneros (1941-1983) fue reaperturado en marzo de 2018 después de 8 años de mantener sus puertas cerradas. Parafraseando a la entonces administradora del lugar Laura Jayme Barrientos refirmaré que fue una reapertura gloriosa, pues la gente asistió y reconoció este lugar que tiempo antes había pasado por distintas facetas.
Este recinto ha sido un generador de historias imborrables, un agente importante en la construcción de la sociedad Xalapeña. Según un artículo publicado en la revista Zona de Ocio (2015), la historiadora Olivia Domínguez Pérez nos indica que los primeros sucesos artísticos en dicho recinto se ubican en los años treinta con obras de los Hermanos Soler, familia de actores de origen español, y a la par, actividades propias de un salón de eventos, pocos registros oficiales se encuentran de esta temporalidad.
Sin embargo, según archivos del Centro de Documentación Teatral Candileja, indican que el registro de la primera actividad en este recinto se realizó el 25 de agosto de 1952 por el grupo escénico REX de la Asociación de Cristo Rey, quienes dedicaron una velada al arzobispo Manuel Pio López en el Salón de Teatro Infantil de la calle Miguel Palacios, en lo que podría ser la presentación o inauguración del que será llamado más adelante Teatro Hidalgo (Beverido, 1999, pág. 4)
La actividad teatral en este recinto empieza a cobrar relevancia pues en la ciudad solamente existían dos teatros, el Teatro Cauz ubicado entre Clavijero y Altamirano y el entonces Teatro Hidalgo en la calle Miguel Palacios, que pertenecía a la Arquidiócesis de Xalapa, el cual, era ocupado con fines eclesiásticos, sin embargo, hubo algunos artistas, hoy legendarios, que lograron colar su arte en este espacio.
Aquí se marcan dos hitos para la actividad teatral en Xalapa, uno en 1953 con la presentación de Moctezuma II de Sergio Magaña dirigida por Dagoberto Guillaumin, bajo los auspicios de la Dirección de Acción Social del Gobierno del Estado, el apoyo de la Universidad Veracruzana y el Instituto Nacional de Bellas Artes; dicho suceso bocetó lo que más adelante sería la Organización Teatral de la Universidad Veracruzana (ORTEUV) fundada oficialmente en 1984.



El segundo gran suceso, fue el Primer Concurso Regional de Teatro en 1955, coordinado por Dagoberto Guillaumin, entre la Universidad Veracruzana y el Instituto Nacional de Bellas Artes convocando a grupos escénicos de la ciudad de Puebla, Tlaxcala y Veracruz, con la presencia de Antonio López Mancera y Celestino Gorostiza, este evento sería el abuelo del festival universitario de teatro que cuenta con más de 30 años de vigencia.
En los años cincuenta, el Teatro Hidalgo se convierte en sede de numerosas representaciones teatrales, entre las que destacan las dirigidas por Manuel Pomares Monleón, Felipe Guayabo, Elsa Kawano, el grupo teatral de Minatitlán Acción, Unidad y Caridad (AUC) de Nemesio de la Torre y la compañía lírica de Luis Mendoza.
Para inicios de 1960 se presenta la obra Los años de prueba dirigida por Manuel Aparicio Guido, con un elenco conformado por la sociedad de alumnos de la Facultad de Derecho de la UV entre los que destaca Juan Jesús Herrera Cisneros. Si bien, no sobresale por sus dotes artísticas en el escenario, sí señala una inclinación por el trabajo que rodeaba la realización de estos sucesos, en palabras del maestro Francisco Beverido, marcaría el interés de Juan por las cuestiones escénicas, no tanto como actor o como director, sino en la parte de la producción y promoción (2017). Años más tarde este interés lo llevaría a convertirse en propietario y administrador del recinto.
Es así que, después de colaborar con la Orquesta Sinfónica de Xalapa en el Teatro del Estado; siendo secretario particular del gobernador en 1972, Juan Herrera compra el teatro y junto con su esposa María Eugenia Ostos lo habilitan para recibir al público, según su testimonio, se hicieron las siguientes modificaciones:
Levantamos todo el piso, se escalonó para hacer la isóptica, se levantó el foro y se volvió a hacer, se hizo un hueco más alto para la tramoya, se arreglaron los camerinos, se hicieron los baños y las oficinas en la parte de atrás y así fue como funcionó con el nombre de Cine Teatro Lerdo, en recuerdo del Cine Lerdo (2018).
En esta temporalidad, Juan Herrera, se encargó de variar la cartelera con artistas tanto estatales como nacionales y algunas veces internacionales. Tras poco más de 10 años administrando este recinto, a sus 41 años muere en un accidente automovilístico. Según el testimonio de Don Rubí (2018), vecino del teatro; Juan Herrera, salió del recinto temprano con un maletín de dinero con el que iba a contratar a unos artistas, se dirigió a recogerlos en Puebla y en la carretera cerca de Perote murió fatídicamente.
Tras la muerte de Herrera Cisneros, el teatro mutó su vocación, ahora como propiedad de su viuda María Eugenia Ostos, en 1983 lo alquila al Cinema Pepe, convirtiéndose en Cinema Pepe 2, donde se proyectaban películas para adultos. Durante esta temporada Eugenia Ostos viaja a Estados Unidos permaneciendo alrededor de 10 años en el país vecino. En este periodo, según el testimonio del Maestro Arturo Messeguer (2017), cuenta que un hombre sentado en la fila C asiento 3 murió durante una proyección, muy probablemente de un paro cardiaco ocasionado mientras veía la película. A pesar de ser un suceso en el que coinciden variados testimonios, en los periódicos oficiales de la época no hay ninguna noticia al respecto.
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