¡Es la escasez baby! Y llegó para quedarse

La globalización dio al mundo una parte abundante de ofertas, bienes y servicios. El consumo, además, nos brindó gratificación hasta cierto punto y, durante muchos años, las turbo ruedas de la economía permanecieron aceitadas. Ahora, tras los eventos del 2020 y 2021, la escasez física se coloca en la agenda del planeta.

En el informe de la empresa Fjord Trends, lo nombran: “El fin del pensamiento de la abundancia”:

La crisis en la cadena de suministro, comenzó con el impacto del confinamiento en la industria manufacturera, continuó con el bloqueo del canal de Suez por el buque de portacontenedores Ever Given y empeoró por la escasez de camiones y conductores, que paralizó el flujo de tráfico a través de los puertos más activos del mundo. Una amplia gama de materiales, piezas y bienes escasearon, desde café, hasta chips y semiconductores”.

Sin embargo, el primer reporte en abordar escasez física de bienes y productos se produjo en el año 2016, cuando el stock de las multicorporaciones y cadenas comerciales, consumieron la materia prima para la generación de productos en un tiempo récord. Para el mes de junio del año antes mencionado, China (la fábrica del mundo) anunciaba un superavit de producción nunca antes alcanzado.

La feroz actitud de consumo a escala planetaria fue abordada por académicos, ambientalistas y científicos sociales quienes advirtieron, dado el ritmo de producción y consumo, sobre la próxima crisis que generaría un colapso de la civilización.

La revolución digital también prometió el fin de la escasez, ya que los bienes digitales son infinitamente replicables. No obstante, el sector comienza a repetir un alto grado de exclusividad del activo digital, un performance similar al de los mercados alternos: NFTs, blockchain, venta de software, automatización, etc.

Puede que tal comportamiento sea un shock para muchos de nosotros y más aún, para nuestros clientes.

Oferta en decrecimiento

Las cadenas de suministro son aburridas, ¿verdad?, es un trabajo administrativo y de logística. Pero, a pesar del efecto producido, funcionan bien cuando lo son. Por otro lado, cuando no están funcionando, de repente se vuelven importantes. 

De pronto el efecto látigo hace descubrir que los precios han aumentado, reduciendo nuestra capacidad de acceso a productos de nuestro agrado. Pero más grave aún, si tus herramientas de trabajo o aquellas herramientas con las que desarrollas tus productos, comienzan a multiplicar su precio al doble, triple o hasta diez veces su valor.  

De repente, descubriremos altos precios en las commodity. También en los productos que solemos comprar para la despensa y la comida, además de múltiples variaciones en precios de gasolina, gas, transporte, etc. Y esto, recién comienza.

El shock de la oferta vendrá a ponchar nuestra acogedora burbuja de complacencia sobre productos que nos proveen las cadenas de suministro. Es momento de experimentar la ausencia de los bienes de nuestra preferencia, aceptarlo y adaptarse a ello. Sin embargo, no somos por mucho lo más perjudicados. En otras partes del mundo aún esperan que las redes de logística, proporcionen las baterías de vacunas necesarias para la primera dosis contra el Covid-19. Mientras tanto en nuestras latitudes, muchos de nosotros nos encontramos en la tercera o  incluso, la cuarta dosis.

Este ejemplo es solo un anticipo de lo que podría ser nuestro futuro cercano. La crisis climática se prevé como el mayor reto de nuestra era. Es probable que eso genere los mayores impactos en la oferta, que la propia pandemia pasada. Entonces, es hora de comenzar a adaptarse. 

Algunas de las necesidades básicas de la vida podrían ya verse amenazadas, como nos advierte  el libro economic solutions to water scarcity sobre la abundancia del agua, un panorama inmediato que atraería como resultado la próxima crisis medioambiental.

A medida que el clima cambia, los ecosistemas cambian y las poblaciones se mueven, ¿Cuántas cadenas de suministro colapsarán? ¿Qué significará eso para nuestras vidas y nuestros negocios?

El shock energético

El gas es quizá el recurso clave del conflicto de Ucrania. La mayoría de los países europeos producen electricidad y calefacción gracias a la importación del combustible fósil. Sin embargo, la disputa entre los titanes del mercado mundial, EEUU vs Rusia, puede afectar gravemente al mundo si se agrava el conflicto.

El mercado del gas abarca demasiadas regiones del planeta. Se utiliza para generar la mayoría de la energía eléctrica producida. En el caso del mercado europeo se suma otro grave problema: Los costos de traslado del gas licuado, que aún no son trasladados por la vía del casquete del norte. Esto significa un precio cuatro veces mayor y, a su vez, genera grandes índices de emisiones de CO2, contradiciendo los compromisos de la decembrina COP26.

Y después de superar la pandemia llegó la escasez, un visible colapso progresivo de las cadenas comerciales, un alto precio en combustibles y gas a nivel global. Es el color del año que arranca sin mencionar el posible conflicto de una tercera guerra mundial.

Para consulta:

The End of Abundance: economic solutions to water scarcity eBook : Zetland, David

Paula Campos
Cofundadora y Articulista de Pulse Coder. Enfocada en tópicos sobre el medio ambiente, bienestar y políticas ambientales.

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