Una inercia similar a los pasados años se perciben para el actual 2027. La vorágine de violencia que azota el país durante el último mes, parece superar los registros del año anterior. Indicadores que permiten observar un fenómeno vigente e imposible de superar.
Entre cruentos feminicidios, múltiples homicidios y un elevado número de desaparecidos por todo el territorio nacional, el lastre de injusticias e incapacidad institucional, hace de la epidémica violencia hacia la mujer, heridas profundas al ecosistema social.
Los estragos por el covid-19, además, alcanzaron al resto de la sociedad perdiendo el sentido y la satisfacción de vivir en sano esparcimiento durante dos años completos. Sin salir de casa se aceleró la ruptura social y después de ello, superada la pandemia, un fenómeno complejo en el comportamiento social desató un pico de los delitos y feminicidios, en México y a nivel planetario.
Los medios de comunicación y redes sociales, enfocados sobre temas que más rating genera, -morbo y violencia- contribuyeron a un cambio de percepción en las audiencias. Esto significó la pérdida de fe en fiscalías e instituciones de justicia de cualquier nivel, una tendencia al alza desde el feminicidio de Debanhi Escobar en Monterrey, en el fatídico abril del año 2022.
A partir del lamentable caso de Debanhi, las políticas públicas y mecanismos implementados en las todas entidades del país para los años siguientes, en teoría, brindarían mayor seguridad y protección hacia las mujeres. Sin embargo, la estrategia funcionó mínimamente pues el entorno y la convivencia social continuó siendo hostil para ellas.
Cinco años después, detrás de las fallas estructurales de las fiscalías, con la paciencia de la sociedad agotada; las más altas autoridades del gobierno de los tres niveles, académicos, colectivos feministas, agentes de cambio, activistas, innovadores, creadores, luchadoras sociales y expertos de la complejidad social, reunieron sus esfuerzos y celebraron el foro Innovación tecnológica para la protección y seguridad de las mujeres.
Los nuevos planteamientos buscarán en la tecnología el pragmatismo necesario para aumentar la seguridad por tierra y la seguridad desde la altura, minimizando los riesgos en secuestros o desapariciones. No obstante, las medidas no fueron bien aceptadas por los diversos grupos que exigieron un plan holístico e instrumentos que puedan contemplar un cambio cultural, extrayendo de facto, estructuras machistas y patriarcales de toda institución.
El mayor error es confiar en las fiscalías estatales. Los datos no mienten, solo el 2% de los delitos son resueltos. Significa que el 98 % de todos los delitos cometidos no son siquiera investigados.
No entienden lo que está pasando. Eso hace que la gente que maneja las carpetas de investigación, evalúen mal los delitos y administren mal los datos. La gente que dirige los equipos de investigación, no piensan en términos pragmáticos, claves para actuar de manera pronta y expedita.
Usar la tecnología o drones para mayor seguridad, no debe ser una meta. Lo que importa es que no existan más mujeres asesinadas.
Por otro lado, también se escucharon las voces de apoyo a las propuestas realizadas por los innovadores tecnológicos, quiénes desde un inicio, descartaron la errónea idea de que se tratase de una tecnología que predice el futuro y pueda anticipar los actos de violencia.
“No existe tecnología hoy en día que pueda predecir cuando sucederá un acto de violencia en el futuro. Lo que hay por ahora, son sistemas de monitorización complementarios de seguridad a nivel terrestre y seguridad desde la altura. Si estos ecosistemas interconectados, hubiesen llegado hace cinco años atrás, Debanhi y miles de mujeres asesinadas en México, tendrían enormes posibilidades de hacerles justicia. Muy posiblemente, muchas de ellas continuarían con vida”.
A grandes retos, grandes estrategias
Es grato saber que las mujeres son justo quienes más se están adaptando al uso de la tecnología. Un factor que ayuda aumentar la seguridad propia y la de colectivos. Además de minimizar los peligros y adquirir habilidades en el uso de ésta, la explotación de las capacidades en la conectividad terrestre mejorarían la seguridad de manera exponencial.
Hace cinco años atrás, comenzaron a operar los ecosistemas interconectados. Las marcas más populares del mercado, vendían un kit de productos: tablet, smart watch, audífonos y teléfono móvil, etc. La innovadora estrategia de ventas, puso mucho énfasis en el concepto “extensión”, la experiencia continua entre dispositivos sincronizados. Es decir, internet te permite acceder al mismo historial en todo tu ecosistema, apoyado además, de los servicios de plataforma basada en la nube.
De la misma forma, este planteamiento puede funcionar en los sistemas interconectados dirigidos a la seguridad. Ellas pueden crear sus propias redes privadas con otras mujeres, con el uso de drones al salir por la calle. El estado latente, es el modo de aviso que expande una señal para sincronizarse con muchos dispositivos conjuntos, pero con un alto grado de seguridad pues es similar a la cadena de bloques.
El objetivo es reducir los tiempos de respuesta, no solo para transferir las señales en tiempo real a personal de la fiscalía (si así se deseara) sino para los nuevos laboratorios sociales y redes de apoyo confiables, como una forma de validar los datos y asegurarse de no contaminar evidencias, todo en aras de lograr la prevención de los delitos y alcanzar la esquiva justicia.
Bajo ésta nueva manera de enviar señales, la conexión entre dispositivos tiene como principal objetivo facilitar la seguridad de las transeúntes.
Dos niveles de seguridad
El primer nivel, es mejorar la seguridad que puede ser monitorizada a nivel terrestre. El marco aplica a mejorar los tiempos de respuesta de todos los dispositivos a usarse con la mayor conectividad posible: redes 5G, aplicaciones, el shake de alerta, grupos de chat, geolocalización por dispositivo, monitorización, triangulación y discriminación de vectores, etc.
Además, contempla la posibilidad de considerar el uso de una red de seguridad independiente a los servicios de telefonía, en casos de peligro y donde haya suspensión de datos móviles por falta de recursos.
El segundo nivel busca seguridad en el plano aéreo. El uso drones de monitoreo que puedan seguir la ruta de cada persona cuando ésta tenga que salir de casa. En este apartado, ellas podrán diseñar un trayecto de vuelo, la ruta donde viajaran de manera que estarán siendo monitorizadas por su ecosistema y sus colectivos de apoyo.
Las personas no siguen ideas, siguen tendencias
Buscamos un salto de era con la integración tecnológica. Ahora, la pelota está en el campo de la legislación. Es tarea de lo congresos aplanar el terreno y permitir que estás nuevas estrategias de seguridad logren ser exitosas.
Contemplar el aprovechamiento del espacio aéreo, reglas de operación y la libre circulación. Diversas situaciones paralelas como proporcionar equipos de bajo costo, a todas aquellas mujeres interesadas en su protección, sin discriminación o exclusión. Dar apertura del uso de las herramientas tecnológicas sin condiciones de sexo, color o religión.
Así como concebir la idea de aterrizar drones en el espacio público, de la misma manera que existen estacionamientos convencionales para autos. Hoy es el futuro, y cada una de ellas tiene el derecho a la mejor protección y seguridad que pueda brindarte la tecnología, cada vez que salgan de casa.
CON CADA AÑO QUE AVANZA, SE HACE MÁS EVIDENTE LA NECESIDAD DE EVOLUCIÓN Y REFORMULACIÓN DE LOS PRINCIPIOS DEMOCRÁTICOS, ESTADO DE DERECHO Y JUSTICIA
ELLA Y EL DRON ES UN RELATO QUE PLANTEA UN SALTO EN EL TIEMPO. PERSPECTIVA CRONOLOGÍA DE LA VIOLENCIA DESDE UN AÑO FUTURO.