En algún momento de nuestra existencia todos hemos experimentado necesidad de superarnos personalmente. Este impulso interior busca encontrar vehículos adecuados que nos conduzcan a superar malos hábitos, sobrellevar tormentos personales y enfrentar retos futuros.
Los deseos de transformación se asumen desde la voluntad y decisión propia, no obstante, para nada es sencillo. Bastaría decidir el cambio y continuar el trayecto para que las metas propuestas puedan lograrse. Es posible qué, a estas alturas de la vida, lo que culturalmente se mira como un ascenso, en realidad se trate de sumersión en las grutas ocultas de nuestra mente, entre claroscuros y necesidades.
Sabemos que la vida esta llena de altibajos. A la línea del tiempo le acompaña una constante señal formando un trazo senoidal representando las alzas, bajas y valles. Cuando caemos en una profunda crisis emocional, desarrollamos en nuestro interior inconsistencia temporal. Experimentamos dolor, cansancio, fatiga, desconexión y muchas veces depresión.
La mente humana ha sido objeto de estudio por más de un siglo. Es generadora de una industria multimillonaria. La sobre oferta de medicamentos a gran escala, buscan acotar la inestabilidad emocional y las depresiones de la sociedad actual. Anterior a la pandemia global, la industria farmacéutica ya era considerada una super economía mundial. La búsqueda del antídoto para lograr efectos que nos hagan sentir mejor, ha sido materia prima de miles de libros, filmes y foros, generando un paralelismo.
Esto nos recuerda que el simple deseo de cambiar es insuficiente. Requiere una profunda evaluación personal, observar nuestras rutinas, nuestros comportamientos y pensamientos. Pero sobre todo, entendimiento y comprensión.
No debe ser ajena la complejidad de la naturaleza de nuestra mente y las formas fractales que ésta desarrolla a lo largo de nuestra vida humana. No sería posible entenderse sin el aval de la certeza, es decir, planteamientos clave para comprender de fondo cómo funciona nuestro cerebro animal.
Imagina que eres una animal deambulando por las planicies de África. En un día dado, la mayoría de tus decisiones tienen un impacto inmediato. Siempre estás pensando qué comer o donde dormir o cómo evitar a un depredador. Estás constantemente enfocado en el presente y el futuro cercano. Vives en lo que los científicos llaman sistema de retorno inmediato porque tus acciones producen resultados claros e inmediatos. Ahora regresa a tu estado humano. En la sociedad moderna muchas de las elecciones que haces no te benefician de manera inmediata. Si haces un buen trabajo, recibirás un cheque con tu pago unas semanas después. Si haces ejercicio hoy, quizá logres eliminar el sobrepeso el año entrante. Si ahorras ahora, quizá logres reunir suficiente capital para tu retiro dentro de algunas décadas. Vives en lo que los científicos llaman sistema de retorno retardado porque puedes trabajar durante años antes de que tus acciones produzcan el resultado buscado. El cerebro humano no evolucionó para la vida en un sistema de retorno retardado. Los restos más antiguos del hombre moderno, Homo sapiens, tiene aproximadamente 200 000 años. Estos fueron los primeros seres humanos que tuvieron un cerebro relativamente similar al nuestro. En particular, el neocórtex -la región más nueva y desarrollada de nuestro cerebro, la responsable de las funciones cerebrales más complejas como el lenguaje- era casi del mismo tamaño hace 200 000 años que ahora. Actualmente andamos caminando por ahí con el mismo hardware que nuestros ancestros paleolíticos. Fue recientemente, durante los últimos quinientos años aproximadamente, que la sociedad cambió y adoptó de manera predominante u sistema de retorno retardado. Comparada con la edad del cerebro, la sociedad moderna es realmente nueva. Durante los últimos cien años hemos visto el surgimiento del automóvil, el avión, la televisión, la computadora personal, el internet, el teléfono inteligente, etc. El mundo ha cambiado mucho en los años recientes, pero la naturaleza humana ha cambiado mucho menos.
Escudriñar la naturaleza de nuestro cerebro animal, nos hará comprender porque nuestra mente y pensamientos entran en conflicto. Imbricar entre dos sistemas de recompensas -inmediato o retardado- mucha veces nos hace entrar en una fase de inconsistencia temporal.
A pesar de la noble causa de sobrellevar la vida, muchos de los vehículos conductores a los que nos agarramos, terminan siendo los toboganes a la adicción:
La droga, el alcohol, el azúcar o la comida, tienen el poder de quitar el dolor. Podrían considerar vehículos que dan satisfacción inmediata, pero a la larga, generan severas enfermedades que llevan a la perdida de la calidad de vida y muchas veces a la muerte. Las adicciones digitales ya han demostrado tener severas repercusiones en la psique y la salud mental de los adultos, adolescentes y niños.
Una vez que comprendes como nuestros cerebros prioriza las recompensas, las respuestas se hacen más claras. Los hábitos producen resultados múltiples con el paso del tiempo. Desafortunadamente, estos resultados por lo regular están mal alineados.
Removerlos es una tarea de cambio interno, una serie de compromisos que debemos asumir. Esto nos permitirá desarrollar nuevos vehículos y acciones, fomentando el entendimiento personal con base aun sistema de retorno retardado, sin dejar de mirar que nuestro naturaleza nos haga imbricar de vez en cuando, a los sistemas de retorno inmediato.
Fuentes:
