Muchos y muchas hemos decidido dejar nuestros hogares en la búsqueda de nuevas oportunidades, de encontrar o consolidar nuestros propósitos en la vida.
Imposible de remediar, algunos otros, salieron huyendo de diferentes crisis tales como los severos regímenes políticos, las crisis económicas, la falta de seguridad o de oportunidades laborales.
En cualquier caso, bajo cualquier motivo o circunstancia, lo que se deja atrás siempre termina por doler, por ser recordado con nostalgia, con una sonrisa interior y con una lágrima a medio caer.
Bajo la utópica idea de crecimiento, familia, amigos, escuelas de iniciación y los lugares favoritos, quedan las historias en nuestra espalda. Sin embargo, refuerzan nuestra identidad y nos abre paso a la nueva construcción de senderos.
Sin duda, este sentimiento de nostalgia tan particular de los que toman el riesgo de la movilidad social, ha sido y será un motivo de creación para las y los artistas.
Ahí tenemos a Reymar Perdomo, venezolana que buscó salir de su país por nuevas y mejores oportunidades, como muchas y muchos otros compatriotas no solo del país, sino del mundo. Su experiencia y capacidad creativa para transformar el dolor de una partida en arte la llevó a escribir “Me fui”.
Y mi madre me ayudó, al vacío me lanzó Me dijo: Mi negrita, es con buena intención Yo soy tu madre y quiero verte volar alto Y no lo harás si te tengo entre mis brazos
El sacrificio no solo está en quienes dejan, sino en quienes tienen el amor suficiente para dejarnos ir a dónde nos podamos construir de una mejor manera. Esta carta es para ellos y ellas, los que también extrañan, que también destinan tiempo en sus mentes para pensar en ti, en recordar tus manías, los que se quedaron con el cuarto vacío esperando que vuelvas.
A diferencia del significado que sugieren los cánones religiosos, el sacrificio, tiene que ver con el esfuerzo extra cotidiano que una persona imprime para conseguir algo o para beneficiar a alguien. En este sentido, creo que no hay mayor acto de amor que mantener el vínculo en la distancia temporal o la lejanía geográfica, implicando gran respeto y compromiso de ambas partes.
Despedirme fue duro en ese terminal Lloré todo lo que en un año se puede llorar Pero me fui pa' la frontera Espérense que ahora es que comienza mi odisea
Y es que nadie nos dijo (y aunque nos lo hubieran dicho) el viaje vendría acompañado de muchos grises como el frio, las injusticias, las lágrimas, el cansancio, las enfermedades, los dolores, la incertidumbre, el vacío, los momentos de quiebre y la añoranza. El camino no iba a ser fácil, pero quedarse y perder la posibilidad de luchar por todo eso hubiera sido mucho peor.
Así que todo se resume en que tu yo que recuerda, ha de preservar en la memoria los momentos claros, los de sorpresas, de felicidad, de compartir, de abundancia, de plenitud, los días soleados, el calor de los abrazos, la picardía de las sonrisas, las miradas seductoras y todas esas noches despejadas que caminaste con seguridad y entusiasmo.
Solamente abrimos las alas cuando soltamos nuestro equipaje y nos lanzamos al inquietante vacío. Ahí es que aprendemos a valorar los pesos ($), el tiempo, la limpieza, el espacio compartido, las responsabilidades, el cuidado de uno mismo y del otro. En ese vacío nos reencontramos, extrañando los olores de casa, las luces, las texturas, los hotcakes del domingo, las voces de los sobrinos, el mole verde de las fiestas, las pláticas de sobremesa, los colores del jardín, los festejos de cumpleaños, las visitas sorpresa, la complicidad con las primas, las recetas en la tele o en el radio. Es la eterna búsqueda de equilibrio entre desapego y arraigo.
Me fui (me fui), me fui (me fui) Con mi cabeza llena de dudas, pero me fui Y aquí estoy (aquí estoy), creyendo en mí (creyendo en mí) Acordándome de todo aquello que un día fui
Y aunque muchas dudas nos atormenten, debemos partir, atrevernos a estar con nosotros mismos preguntándonos constantemente qué somos y qué queremos. No importa si no encontramos respuestas a estas preguntas, lo importante es buscar. Tampoco importa si nos aferramos a una respuesta y con el tiempo nos parece que ha cambiado el significado y que eso que creíamos fervientemente deja de ser importante o valioso para nuestra existencia. Gracias Reymar por arriesgarte, por describirnos a todos y todas en tu canción y por abrazarnos con tu letra mientras sentías el frío.
Espero que la experiencia de salir del nido, de salirte del huacal, de sentirte diferente y buscar tu propia tribu de locos te sea una aventura gozosa, reconfortante y muy retadora.