Su impacto en la sociedad contemporánea
El tema no es nuevo. Las naciones occidentales se han planteado la creación de medidas para proteger a los menores del contenido pornográfico en internet, destacando una preocupación creciente sobre los efectos nocivos de esta industria en la sociedad.
En el reciente estudio “Evaluación del consumo de pornografía en las adolescentes: análisis del consumo de NPO (Nueva Pornografía Online) en la población femenina” [2023] por Berta Aznar, Judith Lorente de Sanz, Lluíz Ballester y Sandra Sedano, publicado en la revista Journal of Feminist, Gender and Women Studies, se aborda el problema desde la pérdida de socialización entre las jóvenes, reconociendo que la industria no reduce su tamaño, sino que aumenta su actividad en la última década afectando las relaciones interpersonales de la sociedad actual que la consume.
Sin embargo, es crucial reconocer que el impacto del consumo de pornografía se extiende más allá de los confines de la juventud, dañando profundamente a los adultos y moldeando su comportamiento de maneras preocupantes.
“Sin dejar de tener presente que se trata de una industria capitalista que aprovecha las tecnologías digitales para aumentar su negocio, el acceso al producto es gratuito en su mayoría y se relaciona con mercados digitales en expansión como son la publicidad, las filmaciones de alta calidad y los servicios de pago”.
La proliferación de la pornografía en línea ha traído consigo una serie de consecuencias negativas, que van desde la adicción hasta la distorsión de la percepción de la sexualidad. Pero más allá de estos efectos evidentes, la pornografía también está contribuyendo a la formación de adultos cada vez más egoístas y desconectados emocionalmente.
“Cualquier persona, independientemente de su edad, lugar donde se encuentre, condición social o económica, puede acceder a las filmaciones pornográficas sin ningún tipo de control, de forma ilimitada, que se distribuyen por todo el mundo, ampliadas constantemente y sin ser sustituidas”.
Recientemente, la cantante internacional Billie Eilish compartió sus experiencias personales, revelando su lucha contra la adicción a la pornografía desde una edad temprana. Sus comentarios subrayan aún más la magnitud del problema y su impacto en individuos de todas las edades y ámbitos.
El estudio arroja 5 puntos fundamentales de cómo la industria actualmente penetra exitosamente sobre millones de consumidores por todo el mundo: La calidad de imagen ahora es mucho mayor que hace diez años. Es asequible para cualquier persona de cualquier estrato social. Es accesible en cualquier parte del mundo donde exista alguna conexión a internet. Las practicas sexuales son de todo tipo buscando dejar a la pornografía convencional y por último, los niveles de interactividad con la llegada de la realidad virtual y simuladores de estimulación.
En lugar de abordar de manera efectiva esta problemática, las respuestas gubernamentales tienden a ser superficiales, como la propuesta de implementar sistemas de verificación de edad para acceder a sitios web pornográficos. Sin embargo, estas medidas son insuficientes para abordar el verdadero alcance del problema y pueden incluso infringir en la privacidad de las personas.
Es fundamental reconocer que el consumo excesivo de pornografía no solo afecta a la persona que la consume, sino que también tiene repercusiones en sus relaciones interpersonales y en la sociedad en su conjunto. La pornografía promueve una visión distorsionada de las relaciones sexuales y puede llevar a la objetificación de las personas, especialmente de las mujeres.
Además, actúa como un “soma” moderno, manteniendo a las personas pacíficamente esclavizadas en una búsqueda constante de gratificación sexual sin conexión emocional ni compromiso.
Esta cultura de la gratificación instantánea y el individualismo exacerbado está erosionando los fundamentos de la intimidad y la conexión humana, creando adultos incapaces de establecer relaciones significativas y comprometidas.
Es hora de abordar esta problemática de manera integral, reconociendo que el consumo de pornografía es un síntoma de problemas más profundos en nuestra sociedad.
Se requiere una reflexión seria sobre cómo fomentar una cultura de respeto mutuo, intimidad auténtica y relaciones saludables. Esto no solo implica regular el acceso a la pornografía, sino también promover una educación sexual que fomente la comunicación abierta, el consentimiento y el respeto por la dignidad humana en todas las formas de expresión sexual.
Para consulta:
https://revistas.uam.es/revIUEM/article/download/17953/16781/61364