Durante muchas horas el aguacero no paraba. En realidad, se trató de una de las temporadas de mayor lluvia que se puedan recordar.
A lo largo de tres semanas y media, y días enteros, la ciudad recibió una cantidad de lluvia inigualable para los tiempos que afrontamos en el presente.
Después de la media noche, mientras todos dormían, con el efecto auditivo que el agua produce al caer y sin tener conocimiento exacto de la hora que marcaba reloj, un fuerte rayo impacto la tierra.
Probablemente, sucedió entre 2:30 o 3:00 de la mañana. Luego del impacto, una vibración comenzó a amplificarse tal como lo hace la sonoridad de una sección de metales graves de una orquesta. Este pasaje in crescendo despertó a un sinnúmero de personas que fueron testigos de aquel estruendo.
La anécdota aún permanece en el recuerdo de muchos xalapeños quienes dormíamos arrullados por el diluvio en septiembre de 1999.
¿Podemos desconfiar de nuestra lógica? ¿De nuestros sentidos?
Al despertar, observé la vibración gradual en las ventanas de mi habitación. Los cristales tenían un efecto de aleteo, algo que jamás había visto.
Sin embargo, para tales efectos, aunque toda lógica nos hacía suponer que podría tratarse de un rayo extraordinario, el comportamiento y algunos componentes de este fenómeno fueron distintos.
La labor científica ya ha determinado que los seres humanos tenemos la sensibilidad auditiva suficiente para familiarizar y reconocer los sonidos de la naturaleza y nuestro entorno. Miles de años respaldan el conocimiento empírico y el reconocimiento de fenómenos físicos por medio de nuestro sentido de audición.
Ciertamente, después de observar visualmente a un rayo caer, éste produce dos sonidos:
Está el que acontece instantes después del relámpago -trueno por el choque de onda en el aire-, y un segundo sonido, el cuál produce una vibración gradual con efecto retardado.
Gráficamente, este segundo efecto podría entenderse como una campana de Gauss.
El estruendo y la vibración que provocó este suceso, tuvo una duración aproximada de un minuto, sin embargo, hay quienes afirman que superó el minuto y medio.
Lo claro, para quienes presenciamos este recital nocturno de la naturaleza, fue el inesperado incremento de fuerza hasta alcanzar un pico muy alto para de pronto caer. Un comportamiento que puede ejemplificarse gráficamente con la curva que cae de momento dejando atrás un pico.
¿Cómo fue posible hacer un conteo en tiempo real?
La respuesta está en el miedo a lo desconocido y la lógica de tratar de entender lo que sucedía en el instante. También, a los años transcurridos y realizar preguntas correctas.
A la mañana siguiente, despabilado, pregunte a mi hermano sobre este suceso:
¿A poco un rayo puede durar tanto tiempo? “Quién sabe, se me hizo muy loco que durara tanto. También me despertó… estuvo muy raro”, respondió.
Al llegar a la escuela, escuche las mismas preguntas y conversaciones sobre el rayo que impacto en la madrugada. Sucedió lo mismo en la cafetería a la hora de desayunar.
Pasaron los días, termino la lluvia y todo volvió a la normalidad.
Seis años después
Días previos a la celebración de la navidad, asistí a una posada organizada por un grupo de amigos y colegas del trabajo. Ya avanzada la fiesta, alguien comenzó a narrar eventos extraños e historias paranormales. Entre tantos temas, el anfitrión, de quien no recuerdo su nombre, hizo la siguiente pregunta:
– “¿Alguno de ustedes recuerda el rayo que cayó por la noche hace algunos años? Estaba lloviendo a cantaros”.
Surgieron algunas carcajadas espontáneas, pues la sensación de estar frente a una leyenda semi-urbana era obvia, de no ser que en mí, existía un recuerdo nítido de lo acontecido.
– “La historia cuenta que un platillo volador cayó en la zona montañosa. Particularmente, cerca de Toxtlacuaya y las Vigas”, agregó.
– “Yo si lo recuerdo. Fue muy extraño el tiempo que duró. Ningún rayo dura tanto. Además, la vibración tuvo efectos rarisimos“, comenté.
– Bueno, ya que lo mencionas, al parecer no fuiste el único que lo notó.
– “Muy bien, pero si no fue un rayo, ¿como sabes que fue una platillo volador el que se estrelló ahí?” respondí.
– “A mí no me creas, créele a mi hermano (soldado). A esa hora -3 am- los despertaron a todos y lo enviaron a la zona del impacto. Acordonaron la zona e hicieron un camino alterno para que el tráfico pudiera continuar al día siguiente, pues la nave que se estrelló, destruyó parte de la carretera. Incluso vinieron personas de agencias extranjeras. Los medios no dijeron nada”.
– “¿y qué ocurrio después? insistí.
– “Supuestamente, la nave sigue ahí bajo tierra a una cierta profundidad. Para que tú puedas reconocer la zona, sube a la montaña y cuando llegues a un área donde los pinos que no correspondan al resto del entorno natural, es justo ahí. En estos momentos son pinos muy jóvenes que trajeron de Canadá. Verás que no corresponde. Es algo artificial”, concluyó.