En abril del año en turno, se conmemora 30 años de la muerte de Kurt Cobain, líder de la banda de grunge más emblemática de todos los tiempos, Nirvana.
Después de 3 décadas, el personaje se ha convertido en una figura para la historia de la música y la cultura popular. Ahora, toda la engrandecida generación del grunge, que comenzó en la década de los noventa, ve que el legado fue más allá de su papel como músico.
Cobain tomó un timón quizá sin ser consciente que para toda una generación, encarnaba las luchas y las aspiraciones de la juventud de aquellos años.
Algo similar en la historia de la música sucedió en la década de los años setenta, cuando el músico mexicoestadounidense Sixto Rodríguez, sin tener la menor idea del efecto de su obra y trabajo, lo convertía en un ídolo de multitudes en los países australes. Pero en está historia, el artista nunca lo supo y nunca estuvo presente.
Cobain no solo estaba presente en la atiborrada escena musical de Seattle. Su estilo único, con transgresión social en sus letras y actitud rebelde, lo transformó en un sujeto de la contracultura y la disidencia, que desafiaba las normas establecidas y desataba catarsis para una revolución de las conciencias so pretexto de la música que aún resuena en el panorama cultural contemporáneo.
Trigésimo Aniversario
Kurt Cobain nació el 20 de febrero de 1967 en Aberdeen, Washington. Desde joven mostró un interés apasionado por la música y aprendió a tocar la guitarra y a componer sus propias canciones.
Proveniente de una familia de clase trabajadora, el otrora integrante del club de los 27 e hijo predilecto de Seattle, experimentó dificultades económicas y problemas familiares durante su infancia y adolescencia.
En 1987, formó la banda Nirvana junto al bajista Krist Novoselic en Aberdeen. Después de varios cambios en la alineación, la banda encontró su formación definitiva con la incorporación del baterista Dave Grohl en 1990. Fue entonces que Nirvana rápidamente ganó popularidad en la escena musical underground de Seattle y firmó un contrato discográfico con la empresa discográfica Sub Pop Records.
El álbum debut de Nirvana, “Bleach”, fue lanzado en 1989 y recibió elogios de la crítica. Sin embargo, fue su segundo álbum, “Nevermind” (1991), el que catapultó a la banda a la fama mundial. Con éxitos como “Smells Like Teen Spirit”, Nirvana se convirtió en el estandarte del movimiento grunge y lideró la explosión del rock alternativo en la década de 1990.
A pesar de su éxito comercial y crítico, Cobain luchó con problemas de adicción, depresión y dolor crónico a lo largo de su vida. Su relación con la fama y la presión mediática lo llevó a un estado de angustia constante.
Trágicamente, el 5 de abril de 1994, fue encontrado muerto en su casa en Seattle, víctima de un aparente suicidio. Su muerte conmocionó al mundo y dejó un vacío para la posteridad.
Fender Mustang Blue: la sonoridad de la imperfección
Con el tiempo, las cosas dan vueltas.
A pesar de su corta vida, Kurt Cobain dejó un legado musical -no extenso- que aún sigue vigente para la historia del rock.
Su talento como músico no fue para nada relacionado con los dotes de agilidad o virtuosidad. Su reconocimiento estaba más relacionado al de un letrista inconforme y a una imagen de hippie sofisticado, que parecía transmitir la distorsión de su Foot Switch en todo lo que él hiciera. Esto, muy posiblemente, lo catapultó como ícono cultural auténtico.
Pero el dato curioso fue su relación con su guitarra. Instrumento que le otorgo un sonido único y que caracterizó a Nirvana.
Se trataba de la Fender Mustang Blue, una guitarra eléctrica que Kurt Cobain adoptó como su instrumento principal durante su carrera. Aunque no era considerada la mejor ni la más prestigiosa, esta guitarra particular se convirtió en un elemento esencial en la identidad sonora de la banda.
En la historia del rock, hay guitarras que se convierten en símbolos icónicos, no por su perfección o manufactura, sino por el vínculo emocional y la conexión que establecen con los músicos que las tocan. En este caso, al alcanzar el climax en cada concierto, Kurt Cobain, ya sea por autenticidad o actuación, destruía su instrumento al finalizar los eventos.
La historia de la guitarra de Cobain comienza con sus humildes orígenes. Una Fender Mustang de segunda mano, adquirida por él en una tienda de empeño por apenas unos pocos dólares.
La guitarra, de color azul cielo y desgastada por el uso, no destacaba por su apariencia imponente ni por su calidad de construcción. Sin embargo, para Cobain, este instrumento modesto representaba mucho más que solo madera y metal.
Lo que hacía que la guitarra de Cobain fuera tan distintiva era su sonido característicamente desgarrador y distorsionado.
A diferencia de otras guitarras de mayor calidad y prestigio, la Fender Mustang tenía un sonido crudo y áspero que se ajustaba perfectamente al estilo de música abrasiva y emocional.
Esta imperfección sonora se convirtió en el sonido distintivo de la banda, ayudando a definir el género del grunge y a influir en una generación de músicos.
A través de sus acordes simples pero muy cargados de Over Drive y riffs frenéticos, sumado al rebote de cuerdas sin ausencia del vibrato en las notas producidas por Krist Novoselic en el bajo, se creaba un sonido único que identifica mucha marcha, como si se tratara de un amplio set de músicos como ocurría en el Hard Rock.
Lo impactante de la escena, es que se trataba de un trío: batería, bajo y guitarra, una ideal alineación para el jazz o mini ensamble de cuerdas o metales. Por tal razón, Nirvana mostró lo superfluo que eran las grandes bandas de finales de los años 80.
Ahora mismo, la humilde Fender Mustang se ha convertido en un objeto de culto para los aficionados de grunge, y su sonido no deja de ser la de una guitarra rústica para músicos de todas las generaciones.
Cobain demostró que el verdadero poder de la música radica en la autenticidad y la sinceridad de su expresión.
Aunque no era la guitarra más brillante ni la más cara, Cobain menciono “quién haya creado esta guitarra, es una idiota”.
Para consulta:
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